26 de mayo de 2008

Elegy

Recuperar la libertad de no estar esclavizada estudiando hace que en vez de ver películas me haya dedicado a otras cosas, y cuando he visto alguna, esta no ha llegado a lo que prometía ni de lejos.
Este es el caso de Elegy.

Isabel Coixet, una de la pocas directoras que une a gafapastas, raritos y a los que vamos más perdidos que Donnie Darko (inciso para comentar que ya se está rodando una segunda parte, sin Donnie y con la hermana pequeña de protagonista... no pinta nada bien) ha hecho esta vez una mierda naïf de amor atemporal y sufrido que recuerda a aquellos anuncios de perfume francés en los que se dicen cuatro palabras en el idioma galo, y que cuando te atreves a oler la fragancia in situ apesta y encima es cara. Pero es cara solo porque es un perfum francés.

Ben Kingsley está anodino y con exceso de eyeliner y Penélope, como siempre, es decir, mal, enseñando sus pechos a diestro y siniestro para alegría de gafapasteros y el resto de colectivos, pero totalmente innecesario mostrarlos tantas veces y machacar tanto con el temita.

Podría extenderme en ello y desgranar un argumento simplón sobre un profesor universitario casanova dando sus últimos coletazos sentimentales (lo que en mi pueblo se conoce como gilipollas integral) y alumna mona y latina (lo que en círculos masculinos se conoce como calienta algo...) pero para ir cerrando la entrada, todo se reduce a que la fotografía es una mierda (y que alguien se haya esforzado en hacerlo tan mal y tan indie... lo siento, pero me da ganas de reír) y el guión no vale nada (Mi Vida sin Mí 0.5).

Con lo que me gusta la Coixet y lo que se ha torcido con esta película....
Yo que me las veía felices (su corto en Paris, Je T'aime fue de los mejores, y sus trabajos te pueden gustar más o menos, pero dejan un excelente sabor de boca).
Otra vez será, yo confío en los golpes y las caídas porque hacen que uno se esfuerce en no quedarse estancada.

Mucha suerte en el futuro, darling.