30 de enero de 2008

Morirás en tres Días

Ver semejante chorrada ha sido la excusa perfecta para comentaros que durante unos meses no actualizaré con la misma frecuencia que siempre (el trabajo, esa forma de prostituir tu tiempo a cambio de euros...), pero en la medida de lo posible, seguiré al pie del cañón.

En cuanto a la película sólo diré una palabra: truño.



Y el jueves, Lost (ohhh... 8 capítulos de temporada).



7 de enero de 2008

Mr. Brooks

Earl Brooks es un reputado hombre de negocios y un buen padre de familia. Tan sólo tiene un pequeño problema: le encanta matar de vez en cuando.
Pero todo da un giro inesperado cuando es visto cometiendo su último asesinato por un vecino de las víctimas.

Buena historia sobre la mente de un asesino en serie.
Kevin Costner está en el mejor papel que ha hecho, contando, eso sí, con el imprescindible soporte de William Hurt. Ambos son las dos caras de una misma moneda, y ambos se entrelezan con soltura y una impensable credibilidad.

A nivel argumental, las subtramas de los personajes son impecables (el guionista de la cinta se ha ganado que le suban un poquito el sueldo después de la huelga). El collage resultante dentro de esta peculiar psycokiller movie rebosa frescura.
Me ha encantado ver el modus operandi de Brooks, tan métodico, tan sin escrúpulos pero muy selectivo por esas leyes propias que reinan en su mente.

A diferencia de la mayoría de películas del estilo, en esta te plantean un personaje contenido y torturado que no sabe dominar sus propios demonios, con las consecuencias que traen consigo sus actos.
Lo único que resulta algo forzado es el final, pero todo lo demás será como un elegante viaje a las miserias profundas de un hombre que lo tiene todo. O casi.

Stardust

Tristán en prueba de amor, atraviesa los muros de su ciudad en busca de una estrella que ha caído del cielo. La misma intención tienen los hijos del Rey y una bruja, estos últimos, con oscuras pretensiones...


Tenía muchas ganas de ver esta película (el comic de Neil Gaiman es precioso), y la idea de la estrella que sueña conocer el amor y se convierte en una humana me parece un argumento de lo más bonito (y cursi, vaaaleee) que he visto en mucho tiempo.

Es esta una película que bebe un poquito de clásicos ochenteros como Lady Halcón o La Princesa Prometida, actualizando estética y efectos especiales (ambos bastante acertados).
Ya era hora de desmarcarse de Potters, Narnias y meterse en otros subgéneros de la fantasía.

Se agradece el humor, las dosis de aventura, la evolución de los personajes, su humanidad y sus matices, aunque lo mejor es la soberbia (pero breve) actuación de Robert de Niro.
El contrapunto es Claire Danes, insoportable por regla general, aunque en esta película se la puede dejar pasar.

Lo bueno de la película es que, ya que se basa en una historia de Gaiman, quien guste de la fantasía clásica encontrará toques frescos y renovados (recordemos que este género estaba muerto desde finales de los 80), así como diálogos y personajes de este gran contador de historias. Sólo por eso vale la pena verla una tardecita cualquiera.



Rescatad al niño que hay en vosotros y dejad de cara a la pared vuestro alter ego durante una hora y media. Tan sólo disfrutad de tan poético cuento.

Tideland

En Tideland todo se ve desde los ojos de una niña de entorno desestructurado que literalmente sobrevive gracias a su imaginación.

Jeliza-Rose, la pequeña protagonista, se ha creado un universo de cabezas de Barbie parlanchinas, con su particular príncipe encantador y una aventura de la que más que jueces, deberíamos ser espectadores.

La crudeza del metraje reside en la delgada línea entre la ficción y la realidad y, sobre todo, aquello que la niña asume con total normalidad en su vida cotidiana.

A su favor, un fabuloso mundo onírico y plástico como los trigales que simulan ser mareas, los tiburones de metal o la destartalada casa a la que se mudan la pequeña y su padre, en la que en una escena se puede hasta bucear.

Impresionante también es la niña que lleva todo el peso de la película (Jodelle Foderland), que con pasmosa naturalidad irá desgranando la historia y zambullendo al espectador en un universo al que no todo el mundo puede ni debe entrar. Es un universo de paranoia, caos... y de lectura libre.



No entiendo que en su momento hubiese tanto revuelo con la última película de Terry Gilliam.
Puede que sus comentarios (que venían a decir que si no comprendías su película eras un lerdo) o alguna de las sutilezas que se marca durante del metraje no sean aptas para todos los estómagos, pero aquella losa que le pusieron me parece totalmente descabellada.

Hay que reconocer que Tideland tiene una trama arriesgada y poco convencional, alejada de los argumentos a los que estamos acostumbrados, pero en todo momento nos recordará a cuentos infantiles clásicos, como Alicia en el País de las Maravillas o El Mago de Oz (salvando las distancias, claro).
En esta obra Gilliam nos traslada de nuevo a su mente, a sus fobias y sus sueños de forma brutal, cruel y buscando en todo en momento tnuestro punto débil. Es, en definitiva, una película coherente en su carrera, confraternizada directamente con Brazil, El Rey Pescador o Miedo y Asco en Las Vegas.

Me da bastante rabia que hayan maltratado tanto a esta película, cuando en un abrir y cerrar de ojos ya se ha empezado a copiar su estética tanto en anuncios como en películas.
Eso en la Vil·la del Pingüí lo llamamos hipocresía.



El tiempo pone a cada película donde le corresponde, y no creo que a esta la etiqueta de película maldita le dure eternamente.