Ganas le teníamos a la vencedora de esta pasada edición de Sitges, y tras una leve espera, llegó a la pantalla grande la peculiar visión de Léos Carax del séptimo arte. Y no podía ser de otra manera, no exenta de cierta polémica y de una pequeña ración de provocación. Surrealista, confusa y muy experimental, aterriza Holy Motors, la última obra del irreverente Carax, del cual no creo que a estas alturas sea necesario recomendar la inclasificable Los Amantes del Pont Neuf.
Volvamos a Holy Motors. Céline (Édith Scob) es una refinada chofer que conduce y dirige a Oscar, el protagonista, y que además coordina su agenda y se dedica a proporcionarle un rumbo vital.
Él es un hombre que adopta diferentes identidades a largo de una jornada, deambulando por la Ciudad del Amor con una extraña misión... ¿Te subes al coche y hablamos por el retrovisor?
Él es un hombre que adopta diferentes identidades a largo de una jornada, deambulando por la Ciudad del Amor con una extraña misión... ¿Te subes al coche y hablamos por el retrovisor?