15 de agosto de 2010

Moon

Entrar por la puerta grande en el primer intento no es gesta fácil y más siendo hijo de y con un carrera videoclipera más bien justita.
Si encima el sanbenito de hijo de es porque tu papasito es David Bowie sólo tienes dos opciones: o pruebas hacer una comedia de mierda o le plantas un homenaje al Duque.

Para su suerte, Duncan Jones optó por la segunda opción, y en un hora y media nos transporta a la cara más solitaria y sórdida de la Luna de la mano de Sam, un astronauta minero y su robot, que gestiona todos y cada uno de sus movimientos.

Con este argumento cualquiera podría temer una película lenta, claustrofóbica e intimista pero Jones se esconde un as en la manga que saldrá a relucir (y de qué manera) más o menos a mitad de película, dando paso a una retorcida reflexión futurista y a más de un dilema existencial del protagonista, que nos hará partícipe de todo el abanico de sentimientos y sensaciones que siente... en el otro lado de la Luna.

Muy buena película, queridos amantes de la ciencia- ficción.

3 comentarios:

Psychø Tröpico dijo...

Bueno, por si aca:

****SPOILER**********
Muy acerada crítica al Capitalismo.

****FIN DEL SPOILER************



¡¡¡Gran artículo, barrufeta verd!!! Me encanta esta peli.
;)

Sidhe dijo...

Como relaciones públicas no tendría precio xDDD

Saludos :P

Anónimo dijo...

Mi querida Flowers, que sepas que voy a castigarte ignorando tu existencia durante 3 horas y 1 minuto por no haber mencionado y alabado a mi más que querido Sam Rockwell. Todos sabemos que los actores reales escasean (en EUA la definición de actor en el diccionario debería ser "macho dominante de físico apolíneo que hará tantas películas como pueda mientras las féminas sigan chorreando fluidos por él. Totalmente indiferente el hecho de que posea dotes interpretativas."
Así que cuando se dignan pagar a un actor con definición UK las blogueras como tú tenéis la obligación moral de, por lo menos, sacar a relucir su nombre en los posts.
Para que veas que no te odio del todo por este fallo tan garrafal, te daré un dato (que seguramente sepas) de esos que gustan tanto a cinéfil@s recalcitrantes como tú: la voz del robot-smiley cuyo nombre no recuerdo ahora mismo es de.......
Kevin Spacey.
Y ahora padece mi castigo: aún te quedan 2 horas y 55 minutos de ese sufrimiento insoportable que provoca mi indiferencia.