Cuando pensábamos que superar el inigualable estilo del enmascarado de plata era una tarea imposible, llega su hijo y nos demuestra que no sólo estamos equivocados, sino que además, el irá un paso más allá (en esta caso se acabó cubrirse durante todo el metraje con una máscara, son los 80, hay gafas que pueden hacer esa labor y encima con estilo).
En Chanoc y el Hijo del Santo VS Los Vampiros Asesinos nos encontramos ante la despedida de El Santo, que cede en solemne ceremonia sus poderes y su máscara a su primogénito, y la puesta de largo del joven e inexperto (en todos los sentidos) Hijo del Santo junto con Chanoc, un luchador que tiene tanta habilidad repartiendo galletas como cantando rancheras populares en números totalmente imprevisibles (me ha robado el corazón mientras cantaba en su coche o cuando se ganaba unos dineros haciendo de mariachi, impagable e imprescindible) y que además se puede pasar infinidad de ratos muertos hablando sobre la naturaleza y sobre animalitos (si, es lo que popularmente se conoce como "encantador de suegras").