El Hombre Perseguido por un O.V.N.I.

Mediados de los años setenta, un objeto volante no identificado se pasea por una sierra y divisa un Simca (por cierto, ese vehículo igual es lanzado por un precipio que flota por el espacio exterior... Eso sí era un coche de los buenos y nos las mierdas de ahora...).

Antes de todo esto, unos títulos de crédito con fotografías y hechos contrastados sobre la existencia de los extraterrestres que, vestidos con trajes que recuerdan a bolsas de basura y unas gafas de lo más kitch no darán tregua al protagonista, un provinciano que se pasará todo el metraje correteando espantado esquivando a un platillo volante hecho con un par de platos de metal.

Amantes del theremin y de los sonidos raros, con esta película os sentiréis como en casa (o suplicaréis ibuprofeno por doquier) ya que si algo es constante durante todo el metraje es un abanico de zumbidos, ruidos y musiquitas que ríete tú de Rick Wakeman y de la madre que lo parió.

No me voy a reír de la película, del pernil de la época, ni de abuso de la aceleración de la imagen para crear persecuciones que tienen la misma acción trepidante que servidora mamporreando el piano... es una película con pocos medios y altas dosis de ingenio, que pretendía ser seria y, a su manera, no deja de ser entrañable y digna de mi respeto.

A destacar esos temibles extraterrestres, que harán las delicias (y las sonrisas) de más de uno... y no me olvido del Simca perdido en la nada.

Por último, envidia sanissíma la que da el protagonista, que a juzgar por los maratones que se calza huyendo de los malotes, tenía una resistencia física comparable a un corredor olímpico.

Lo sé, les debo la crítica de JVCD (que por cierto, he leído hoy que ha hecho una línea propia de relojes a 50 dólares). No tiene precio ser molón o molona y repartir hostias como panes y patadas voladoras (de las de antes, no del gorila que baila y se cree cantante)

A cuidarse hasta la siguiente tortura (o post, que dirían ustedes).